martes, 30 de junio de 2015

I LOVE NY



La gente en Nueva York se mira. Eso fue de las primeras cosas que percibí nada más llegar al embarcarnos en la red de metro hasta llegar a nuestro hogar de Clinton Hill. Eso, y que nuestro barrio es chocolate puro negro, y que la humedad relativa nos iba a transportar una y otra vez a las míticas fotos de The Life del fotógrafo Vernon Merritt en aquel verano del 69. Y así fue…

¡Pues estamos en Nueva York! No sé por dónde empezar. Los adjetivos que me vienen cuando pienso en ella es sorprendente y mágica. Allá voy, nada nuevo bajo el sol, pero cuento nuestra experiencia y rinconcillos preferidos:


Bryant Park: El corazón del corazón de Manhattan, uno de los sitios más mágicos que he visto nunca. Un oasis con aire francés que da tregua y luz a los reflejos de los rascacielos del Midtown y descanso a los paseantes, turistas y trabajadores en sus numerosas mesitas verdes de metal y coloridos rosales. Al lado florece también la New York Public Library, donde además de perderte en libros e historia, te vendrán imágenes de Bill Murray y Dan Aycroyd 'cazafantasmeando' allá por mediados de los 80s.


Bryant Park




Nolita: También en Manhattan, entre Chinatowm, Little Italy, Soho, Tribeca y East Village. Nolita (acrónimo de North Little Italy) resurge llena de magia con sus preciosos cafés y pequeñas tiendas puestas con excepcional mimo. No te cansas de pasear por sus calles llenas de vida. En Nolita encontramos un parque que aun siendo pequeñito, es extraordinario por su belleza. Es el Elizabeth St Garden, entre Prince St y Spring St. Conservado gracias al trabajo de los vecinos, este singular trozo de tierra combina huerto, maceteros gigantes llenos de vida silvestre, antigüedades y obras de arte que te dejarán pasmado un rato mientras los lugareños toman despreocupadamente el sol.

Nolita

Chelsea: Pasear por su parque urbano Higt Park Elevated bajo la lluvia de Manhattan al atardecer es algo para recordar siempre. Construido sobre una antigua línea de trenes, puedes caminar por encima de las galerías de Chelsea y mirar el Empire State como el marinero que no puede dejar de mirar el faro que le llevará de regreso a casa desde el mar. Y si después de llegar a tierra, te apetece tomarte una copilla contemplando Manhattan a tus pies, Le Bain at The Standard es una terraza abierta al río Hudson y al corazón de la ciudad sin contemplaciones. Baile, una piscina al lado de la pista, gente de todo tipo y de todo color danzando hipnotizados por una de las mejores vistas que hemos disfrutado en nuestras vidas. Es posible que te quedes un poco muñeco de la impresión, pero aunque no dejará de fascinarte lo que te rodea, se te irá pasando el efecto conforme la noche vaya abriéndose paso entre las luces de los coches y de la ciudad.
Higt Park Elevated



                 Empire State desde Higt Park Elevated


East Village: Contracultura, nocturnidad eterna en los 70s y Pop Art. Todo son referencias en este barrio lleno de cafés, floristerías, bares oscuros y tiendas de discos como A-1 Record Shop (http://www.a1recordshop.com/location/4574961130) con maravillas en sus cubetas a 2$ la pieza. Testigo adulterado del nacimiento del punk, ha sucumbido al paso del tiempo y las modas comerciales, siendo un claro ejemplo el mítico CGCB, en el Lower East Side, tristemente reconvertido en tienda de ropa. Andy Warhol o Kerouac hicieron de esta parte de Manhattan su hogar y su nido artístico y eso sigue rezumando en cada calle y cada local de esta pequeña villa al este de la Gran Manzana.






A-1 Record Shop


Greenwich Village: En el Westside de Manhattan, otro barrio que nos encantó con sus casas majestuosas con aires holandeses e ingleses. Su esencia desprende todavía correrías de la generación Beat y tolerancia con la que apoyaron el movimiento gay tras los disturbios de Stonewall. Parques llenos de flores de todos los colores, el más popular Washington Square Park que yace sobre 20.000 cuerpos que aguantan en silencio en peso de la gran manzana.
Washington Square Park


Harlem: Queríamos asistir a una misa en Harlem, así que madrugamos y nos metimos en la primera iglesia que encontramos abierta. La mayoría de los asistentes eran negros, de todas las edades y muy elegantes en sus vestimentas y liturgias. Mucha emoción entre las voces del coro al cielo, manos unidas y aleluyas. Toda una experiencia cultural y emocional difícil de olvidar.
Pisar las estrellas de los genios que pasaron por el teatro Apollo a los que tanto admiramos, mientras tomamos un café helado y contemplamos a los negros más viejos en su lento caminar con una elegancia y aura maravillosas, son las otras cosas por las que siempre querríamos volver al uptown, a Harlem.






Brooklyn: De este barrio inmenso me quedo con todo lo que han podido ver mis ojos y pisar mis pies. Desde nuestro hogar en Clinton Hill, con casas preciosas, homogéneas a la vista y al corazón y custodiadas por vecinos sentados en sillas de playa que charlan animadamente para luchar contra el calor, hasta Park Slope con su nostálgica belleza clásica y sus calles llenas de vida de luz y color.
Por supuesto también con Williamsburg, barrio de jóvenes para jóvenes. Con su flea market con vistas a Manhattan, lleno de sabores, olores y de arte hecho con las manos de los jóvenes newyorkinos. Recomiendo hacer el brunch o tomar un café en el Wythe Hotel, una antigua fábrica reconvertida en un hotel lleno de magia. En cualquier momento te puedes encontrar con una sorpresa increíble. En nuestro caso nos encontramos como un regalo, con un concierto al atardecer del mítico grupo de pop Luna, dentro del festival Northside, que en junio toma las calles del barrio para llenarlas de música, arte y vida.
Wythe Hotel 

Williamsburg


Para terminar este breve recorrido por Brooklyn, no hay que perderse por nada del mundo un paseo al atardecer por Dumbo y Brooklyn Heights Promenade. No tengo muchas palabras para describirlo, la verdad. Lo único que diré es que es tan familiar, tan cercano gracias al cine (sobre todo a Woody Allen), que querrás quedarte allí para siempre viendo cómo se van encendiendo las luces de los rascacielos, de los restaurantes y de las canchas de baloncesto. Justo debajo del puente de Brooklyn, como un festival para los sentidos, está el River Café, el restaurante con vistas inolvidables, miles de bombillas de colores que me recuerdan a una verbena de pueblo
y ese olor a jazmín y rosas que eran el marco perfecto para una de las imágenes más excepcionales que guardaremos en nuestras vidas.
Puente de Manhattan desde Dumbo




Ésta es mi humilde reseña de la primera vez que he ido a Nueva York. Ciudad viva como ninguna, amable, diversa, tolerante, cultural y sorprendente. Para concluir, no quiero olvidar el viaje en ferry hasta Staten Island también al atardecer, para saludar a la Estatua de la Libertad dorada por la caída del sol. Ni dejar de recomendar ir a Wall Street y vivir el pulso del downtown mientras saboreas un delicioso plato jamaicano de los números puestos ambulantes, ni dejar de pasear por Broadway, el Soho, atravesar sus puentes, vivir sus calles, subir a la cima en el Rockefeller Center y sentirte pequeño ante tanta inmensidad. Abrirte a los sabores del mundo, disfrutar de los espacios públicos en comunidad y dejarte sorprender en cada rincón.

Nueva York es amable, la gente se mira y sonríe…




Top of the Rock. Rockefeller Center

Atarceder






lunes, 13 de abril de 2015

Sindicato Celestial





El sindicato de Ángeles de la Guarda, ante la creciente demanda por parte de los seres terrenales es los últimos meses, se ha reunido de urgencia con los diversos agentes sociales para reivindicar más medios y evitar así el colapso vividos durante las últimas semanas.

Según nos comentan los máximos representantes del colectivo divino, Serafín y Mª Espíritu, más conocida como Pitu, si no se llega a un acuerdo en las próximas 24 horas, se verán obligados a convocar una huelga general, la primera de la historia de la Humanidad con efectos claramente desfavorables para la seguridad del aura de los protegidos.

“Los recortes y la falta de medios mágicos, hacen que  nuestro sistema de cobertura espiritual a nuestros salvaguardados, pierda calidad y en estos tiempos es lo que menos  necesitamos" Dice Pitu, visiblemente preocupada y rodeada de periodistas venidos de todo el mundo.

Las consecuencias de una huelga general de ángeles de la guarda, puede tener secuelas muy graves para dichos protegidos, por lo que durante ese tiempo, se ruega prestar especial atención a los golpes en la cabeza,  sugieren también,  no practicar deportes ni actividades de riesgo,  masticar bien los trozos de carne, poner atención al cruzar las calles y los días de viento eviten salir de casa sin casco. A nivel emocional, la OME (Organización Mundial Espiritual) está redactando un protocolo de actuación para paliar los efectos del presunto parón de actividad de los trabajadores celestiales; se evitará dar cobertura a noticias dramáticas, también se contempla la idea de bajar al mínimo el sensor de empatía universal, y se desprogramará, eventualmente, la parte del cerebro que conecta con las emociones más primarias.

“No queremos dinero, ya sabéis que en el paraíso nos sirve de poco. Queremos refuerzos,  y queremos que el mundo mejore, que cambie y vaya hacia la luz, que los protegidos se quieran y se cuiden más los unos a los otros, para así facilitarnos el trabajo. Luchamos, sobre todo, por una protección celestial pública, gratuita, de calidad y universal” apuntaba Querubín, el más joven del colectivo espectral, mientras elevaba sus alas y volvía esperanzado al cielo….


lunes, 30 de marzo de 2015

Misión Espacial

Anna Fisher

Estos días, donde la tradición cae con el peso de lo sagrado y vitalicio, me debato entre corazón y razón.

El Corazón que me late bajo los palios y las andas de las tallas centenarias. Recuerdos y sensaciones legitimadas por el paso del tiempo. Emociones al son de los tambores y las cornetas me recuerdan que hay cosas que nunca cambiarán. Huele a incienso por todas las calles, como siempre...

 Y la  Razón que me hace huir buscando el mar, volar , dejarme llevar por la levedad de lo mundano. y descontextualizar mis emociones a flor de pìel.

He descubierto que ser tradicional es más fácil que no serlo. Pero nunca elijo atajos. Unida a mi base terráquea como siempre y sintiéndome más astronauta que nunca...

miércoles, 11 de marzo de 2015

Kodak Stereo














































Claudia tuvo que aprender a pedir ayuda porque, en su día a día, sentía que sufría demasiado. El doctor, tras diagnosticarle la patología de alta sensibilidad, le recomendó algunas cosas sencillas como evitar coger el metro o ver la televisión, empatizar demasiado con propios y extraños, encariñarse fácilmente, huir de los dramas... Pero a Claudia esto no le servía de nada, porque sus ojos en eterno lazo emocional con su corazón, no sabían mirar de otra manera.
De hecho, no quería dejar de sentir con tanta intensidad la vida, pues ella sufre a la vez que disfruta de todo con la alevosía de un niño que empieza a descubrir su universo. Como no podía dejar de mirar el mundo con sus ojos de niña, decidió verlos a través de la vieja cámara de fotos que le regaló su tío abuelo Federico. Una vieja Kodak Stereo, que a partir de ahora serán sus ojos con los que verá y retratará su precioso mundo.
A través del objetivo de su vieja cámara, Claudia llenará toda su vida de recuerdos y postales. Intentará vivir sin darle la espalda a lo bueno y lo malo, y en cada película de 35 mm plasmará los instantes de su vida. Y con su nueva visión estereoscópica, Claudia intentará vivir y mirar, y no sufrir demasiado
Intentará ver lo que le llene el corazón de belleza y alegría, y con su visor espacial, podrá ver todo aquello que le gusta tanto en 3 Dimensiones. Porque lo bueno y lo bello que hay en este mundo deberíamos verlo muchísimo más grande y perpetuo en el tiempo.


A través del objetivo de su vieja cámara, Claudia llenará toda su vida de recuerdos y postales. Intentará vivir sin darle la espalda a lo bueno y lo malo, y en cada película de 35 mm plasmará los instantes de su vida. Y con su nueva visión estereoscópica, Claudia intentará vivir y mirar, y no sufrir demasiado…

jueves, 26 de febrero de 2015

Los que salvarán el mundo.




Ricardo y Marina, ajenos al decoro y lo substancial del mundo, no quieren salir de las faldas de sus respectivas mamás cuando éstas se encuentran en la puerta del colegio.
Sus mamás, en cambio, se muestran habladoras, seguras como estatuas clásicas, mostrando la autoridad que en este mundo se otorga al haber contribuido arrojando a este planeta de locos a un buen ramillete de infantes.
Hablan y hablan sobre temas del barrio, sus trabajos, la política, sus maridos, el cole, las comidas, el médico... Ellos siguen escondidos, pero no apartan sus enormes e inocentes ojos el uno del otro. No les interesa lo más mínimo las pamplinas de mayores, se siguen mirando hasta que Marina vence al silencio y le dice a Ricardo:
- ¿Sabes que nacen 300 niños por minuto, que son 18.000 por hora y casi 400.000 por día? Ricardo abre aún más los ojos como intentando comprender la magnitud del dato hasta que suspira, deja caer sus pequeños brazos con inmenso alivio y responde: - Ufff, no sabes lo tranquilo que me quedo...
Y ambos se miraron con una sonrisa interminable, se soltaron de las faldas de sus madres y comprendieron que a partir de ahora y ya, para toda la vida, podían ser niños de verdad.

lunes, 16 de febrero de 2015

Vivir, eso tan raro.


Lo único que tengo es AHORA. El pasado ya se ha ido y el futuro es una excusa para soñar en el presente, un amor platónico, al que queremos pero no tenemos, ni sabemos si tendremos algún  día.

Cuando a veces tengo esta lucidez, me dan ganas de levantarme de mi sitio, pegarle una patada al ordenador, salir volando por la puerta, irme a bar a tomarme una cerveza bien fría y luego empezar a VIVIR, así  sin más.

Vivir, eso tan raro que a veces se nos olvida. Respiramos, comemos, trabajamos para ganar dinero para pagar , entre otras cosas,  el psicólogo que necesitamos gracias a dicho trabajo.

La rueda de la modernidad, de la que es tan difícil bajarse, a no ser que seas un visionario, un reptiliano o un valiente, que a veces viene a ser lo mismo.

Mi enfermedad mental más reconocida es la sensibilidad y, aunque una no es muy lumbreras, a veces siento y pienso que estoy equivocada. Me duele no ver crecer día  día a mis sobrinetes, tan mágicos y tan puros. No disfrutar a tope de mis padres. No hacer algo bueno por el mundo y poder dar más luz , calor y color.

No tengo grandes pretensiones en la vida, solo estar con la gente que quiero, sobrevivir en paz y escribir y fotografiar la vida a través de mis ojos de niña que se resiste a crecer. Quiero VIVIR, Me bajo al bar.

Sólo tenemos el ahora, y se acaba de ir....





miércoles, 4 de febrero de 2015

La Foto



Esta foto es de un verano de hace unos 25 años. Cuando los veranos eran veranos de verdad.
Estamos en La Manga del  Mar Menor, en una barquita de pedales, mis hermanas mi madre y mi padre, que está haciendo la foto en el agua, que imagino que no cubría, porque si no menudo atleta estaba hecho. 

Mis hermanas están muy morenas, por lo que imagino que sería el final de las vacaciones.  Recuerdo que me fascinaban sus bañadores coloridos y sus pelados a la moda. Están guapísimas, la verdad.
A mi madre se le ve relajada. Ella es, la que más se merece las vacaciones, está morena también y lleva un turbante en el pelo, que le da un aire de jequesa de Qatar.

Mi padre está contento, e intenta encuadrar la foto sin cortarnos las cabezas, como suele hacer. Después, probablemente, se fue al chiringuito a echarse una caña y leer el periódico.

Recuerdo como, esas vacaciones, pasaron avionetas de RNE y tiraban a modo de bombas amarillas, el chisme ese que llevo colgado en el cuello que tan de moda estaba en las playas esos veranos. Ahí guardaba mis dinerillos, conchas, piedras y demás frikadas a modo del tesoro del verano. No me quité el chisme ni un segundo en todas las vacaciones…

Todo mi universo de niña escuchimizada  en un trozo del mar menor. Todo lo importante para mí elevado a la categoría de vacaciones; sol, playa, chiringuitos, paletas de tenis, bikinis de palmeras, noches de helados por el paseo marítimo todos juntos. Apartamentos setenteros con camas plegables, pescaito frito, excursiones, la juventud de mis padres y la nuestra.

El corazón me late fuerte  cuando miro esta foto. Me hace gracia mi tipo, soy desde luego la más feliz  de la foto porque no echaba en falta nada ni nadie en ese momento, lo tenía todo allí. No como mis hermanas que tendrían media mente en sus amoríos y cosas de adolescentes. Ser la pequeña hacía que todo fuera muy grande para mí.

Eran quince días al año, todos los veranos los que cogíamos los bártulos y los metíamos a presión en el Renault 9 blanco con destino a la playa. Quince días de achicharrarnos en la arena, de añadir pecas a mi cara y de tragar agua salada,,  de pescar cangrejos, de hacerte amigos de veraneo y de olvidarte del resto de mundo…

Ahora la miro y puedo reconocer la expresión de cada una de nosotras e incluso la de mi padre, que no sale pero está. Conservamos la esencia. Yo sigo atrapada en ese cuerpo, no quiero crecer, no quiero bajarme. Cuando la vida me trae nubes oscuras, me subo a esta barca de pedales  y ya no hay miedo, pues estamos todos juntos y el agua nunca, nunca, nunca, por mucho que nos alejemos de la orilla, llegará a cubrir.